Clasificación de Gartland

Explore nuestra guía sobre el sistema de clasificación de Gartland para clasificar y tratar eficazmente las fracturas supracondíleas de húmero.

Escrito por Russell Tan el Aug 13, 2024.

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Chequeado por Nate Lacson.

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¿Qué es una fractura supracondílea?

Una fractura supracondílea del húmero, también conocida como fractura supracondílea pediátrica del húmero, es un tipo de rotura del hueso que afecta al húmero distal, justo por encima de la articulación del codo. Afecta al extremo distal (inferior) del húmero, el hueso largo de la parte superior del brazo. Esta fractura es más frecuente en los niños, especialmente en los menores de 10 años, debido a otras fracturas del húmero y a la vulnerabilidad de esta zona durante las caídas o los impactos directos.

Causas

La causa principal de una fractura supracondilar es un traumatismo, a menudo provocado por una caída con la mano extendida o un golpe directo en el codo. En los niños, los huesos relativamente más débiles y su tendencia a realizar actividades físicas los hacen más susceptibles a este tipo de lesiones.

Síntomas

Los síntomas de una fractura supracondílea incluyen:

  • Dolor intenso en la zona del codo y, en algunos casos, lesión del nervio mediano.
  • Hinchazón y sensibilidad alrededor del codo
  • Deformidad visible, sobre todo si los fragmentos óseos están desplazados
  • Movimiento restringido en el brazo
  • Entumecimiento o debilidad en la mano, en los casos graves de lesión nerviosa
  • En casos graves, los síntomas pueden incluir problemas relacionados con el nervio interóseo anterior, que afectan a la flexión del pulgar y los dedos

¿Qué es el sistema de clasificación de Gartland?

El sistema de Clasificación de Gartland es un método utilizado para categorizar la gravedad de las fracturas de tipo extensión en el húmero supracondilar del codo basándose en el desplazamiento en el plano sagital. Esta clasificación categoriza la gravedad de las fracturas supracondíleas desplazadas y es crucial, ya que ayuda a orientar el enfoque del tratamiento y a predecir las posibles complicaciones. El sistema divide las fracturas en tres tipos principales en función del grado de desplazamiento de los fragmentos óseos.

Tipo I

Las fracturas de tipo I se consideran no desplazadas, lo que significa que el hueso permanece alineado correctamente a pesar de la fractura. Estas fracturas pueden no ser fácilmente visibles en las radiografías y suelen requerir un tratamiento conservador, como la inmovilización con una escayola.

Tipo II

Las fracturas de tipo II implican un desplazamiento parcial del hueso, en el que una bisagra sigue intacta. Esto significa que mientras parte del hueso se ha desplazado, otro segmento permanece en su sitio, manteniendo cierta conexión. En las lesiones de tipo II, el desplazamiento aún puede permitir que la línea anterior del húmero se cruce con parte del capitellum, a diferencia de lo que ocurre en los desplazamientos más graves. Sin embargo, este tipo ya puede provocar una deformidad del plano sagital, al igual que los tipos más graves. El tratamiento suele implicar la inmovilización y puede requerir la manipulación bajo anestesia para realinear el hueso.

Tipo III

Las fracturas de tipo III, al estar completamente desplazadas, conllevan un mayor riesgo de complicaciones como parálisis del nervio cubital y lesión del nervio cubital. Son las más graves y requieren una intervención quirúrgica para realinear y estabilizar los fragmentos óseos, a menudo utilizando clavos u otros herrajes. El riesgo de complicaciones, incluidas las lesiones nerviosas y vasculares, es mayor con las fracturas de tipo III. Las de tipo II y III se consideran fracturas supracondíleas desplazadas, que requieren una intervención más intensiva. El tipo III puede dar lugar a problemas peores como la deformidad del plano coronal o el síndrome compartimental.

Tipo IV

Las fracturas de tipo IV, que inicialmente no formaban parte de la clasificación original de Gartland, se añadieron posteriormente para tener en cuenta las fracturas supracondíleas pediátricas del húmero que presentan una mayor inestabilidad. Las fracturas de tipo IV se caracterizan por un desplazamiento completo sin contacto cortical y una alteración de la charnela perióstica, lo que provoca una inestabilidad multidireccional. Esto significa que la fractura es inestable tanto en flexión como en extensión, a diferencia de los otros tipos de Gartland (I-III), que mantienen cierto grado de contacto cortical o una charnela posterior intacta, lo que las hace más estables. Las fracturas de tipo IV requieren un tratamiento quirúrgico más amplio, como la reducción abierta y la colocación percutánea de clavos, en comparación con los otros tipos de Gartland, que pueden ser susceptibles de reducción cerrada y colocación de clavos. Al igual que el tipo III, el tipo IV puede provocar una mala alineación del plano coronal y un síndrome compartimental.

¿Cómo funciona nuestra plantilla de la Clasificación de Gartland?

La plantilla de la Clasificación de Gartland proporciona un enfoque detallado y estructurado para categorizar las fracturas supracondíleas de húmero, lo que resulta crucial para el diagnóstico y la planificación de la estrategia de tratamiento. He aquí cómo funciona:

  • Descripciones detalladas de las fracturas y diagramas: La plantilla clasifica las fracturas en cuatro tipos principales en función del grado de desplazamiento y el estado de la cortical ósea. Cada tipo se subdivide a su vez para proporcionar una comprensión más precisa de sus características.
  • Orientación para la evaluación clínica: Al definir las características de cada tipo de fractura, la Plantilla ayuda a los clínicos a identificar rápidamente la categoría específica de una fractura supracondilar. Esta clasificación inicial es esencial para determinar la vía de tratamiento adecuada.
  • Estandarización de la comunicación: La clasificación ayuda a mantener la coherencia en la forma de describir las fracturas entre los profesionales de la salud, mejorando la claridad y la eficacia de la comunicación dentro de los equipos clínicos y a través de la documentación médica.

¿Cómo se beneficiarán los profesionales de la salud de nuestra plantilla?

Los profesionales de la salud se beneficiarán de la plantilla de la Clasificación de Gartland, que proporciona un método sistemático y preciso para evaluar las fracturas supracondíleas de húmero, crucial para formular un plan de tratamiento eficaz. Al definir claramente la extensión del desplazamiento y la integridad cortical en los distintos tipos de fractura, la plantilla ayuda a diagnosticar y clasificar las lesiones con precisión.

Esta claridad permite a los clínicos elegir la estrategia de tratamiento más adecuada, ya sea un tratamiento conservador o una intervención quirúrgica, en función de las características específicas del lugar de la fractura.

Además, esta clasificación estandarizada mejora la comunicación entre los miembros del equipo médico y los pacientes sobre las opciones de tratamiento y los resultados esperados. También contribuye a la coherencia de la documentación médica y la investigación, facilitando la agregación y el análisis de datos entre estudios o entornos clínicos.

Tratamientos de las fracturas supracondíleas

El tratamiento de las fracturas supracondíleas depende de su tipo y gravedad, tal y como las clasifica el sistema de clasificación de Gartland. El objetivo principal es garantizar una alineación ósea adecuada para una sanación eficaz y minimizar el riesgo de complicaciones.

Tratamiento no quirúrgico

Los tratamientos no quirúrgicos suelen utilizarse para las fracturas de tipo I y algunas de tipo II que pueden realinearse sin cirugía:

  • Enyesado: Inmovilizar el brazo con una escayola mantiene el hueso en la alineación adecuada mientras se cura.
  • Entablillado: Utilizar una férula para proporcionar apoyo y limitar el movimiento, permitiendo que la hinchazón disminuya antes de la escayola.
  • Reducción cerrada: Ajuste manual del hueso a su posición original bajo anestesia, seguido de inmovilización.

Tratamiento quirúrgico

Los tratamientos quirúrgicos suelen ser necesarios para las fracturas de tipo III y algunas de tipo II que no pueden alinearse correctamente sin cirugía:

  • Reducción abierta y fijación interna (ORIF): Exponer quirúrgicamente la fractura para realinear los fragmentos óseos y fijarlos con clavos, tornillos o placas.
  • Reducción cerrada y fijación percutánea con clavos: Alineación de los huesos mediante manipulación manual bajo anestesia y posterior inserción de clavos para mantener los fragmentos óseos en su sitio sin necesidad de realizar una gran incisión.

Rehabilitación

La rehabilitación es un componente crucial del tratamiento de todos los tipos de fracturas supracondíleas, e implica:

  • Fisioterapia: Ejercicios para recuperar la movilidad de las articulaciones, la fuerza muscular y la función general del brazo.
  • Terapia ocupacional: Técnicas para ayudar a los pacientes a retomar sus actividades cotidianas y adaptarse a cualquier limitación temporal.
¿Qué es el sistema de clasificación de Gartland?
¿Qué es el sistema de clasificación de Gartland?

Preguntas Frecuentes

¿Qué es el sistema de clasificación de Gartland?

La clasificación de Gartland de las fracturas supracondíleas es un sistema utilizado para categorizar la gravedad de las fracturas humerales en niños, centrándose específicamente en las fracturas supracondíleas de tipo extensión en función del grado de desplazamiento y estabilidad.

¿Cómo se trata una fractura supracondílea?

El tratamiento de las fracturas supracondíleas varía: Las fracturas de tipo I suelen requerir escayola, las de tipo II pueden necesitar reducción cerrada y escayola o inmovilización con clavos, y las de tipo III suelen necesitar intervención quirúrgica con reducción abierta y fijación interna.

¿Qué es la clasificación de una fractura supracondílea?

La clasificación de las fracturas supracondíleas es un sistema por el que a una fractura supracondílea desplazada se le asigna un tipo en función de su gravedad. Ayuda a los profesionales de la salud a determinar la gravedad de las fracturas supracondíleas por extensión y orienta el enfoque terapéutico adecuado, influyendo en la decisión entre intervenciones no quirúrgicas y quirúrgicas.

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